
No es infrecuente encontrar a personas que, a pesar de reconocer que hay Dios, no sólo viven como si no existiese, sino que presentan su comportamiento como consecuencia lógica de su noción de Dios. Dios sería el Primer Motor aristotélico, o el gran Arquitecto, que ha puesto al mundo en movimiento y a continuación ha hecho mutis por el foro, ha regresado a su olimpo y se ha desentendido de sus criaturas, que para nada le afectan. ¿Por qué tendría que preocuparme yo de Dios, si Dios no parece preocuparse de mí? Incluso, al comenzar un curso de Filosofía sobre Dios, cabe preguntarse por qué es necesario o, al menos, interesante, tratar en Filosofía del tema de Dios. Veamos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario