
Es necesario estudiar el tema de Dios en Filosofía porque es un tema esencialmente filosófico; pertenece a la filosofía misma. Más aún, es su lógica culminación.
Si se entiende la Filosofía como el estudio más radical y último de todas las cosas, sería frustrante detenerse en causas inmediatas que remiten a otras causas y éstas a otras, etc., sin preguntarse siquiera por las verdaderamente primeras o si hay alguna que sea primera y única. De lo contrario todo quedaría sin explicar, como un castillo en el aire, sin fundamento, o sin fundamento conocido.Una vez que nos hemos interesado por el ser de las cosas y nos hemos preguntado por qué las cosas son, el dinamismo intelectual de la razón nos impele a preguntarnos e indagar en la existencia y en la esencia del Origen o Causa primera de todas las cosas, a la que llamamos Dios.
Además existe otra razón existencial:
todos nos preguntamos por el principio y el fin de nuestra existencia, por el sentido de nuestra vida. puede decirse que todos los hombres de todas las culturas, civilizaciones, o épocas se han preguntado por el Ser Supremo. Es verdad que no faltan algunos que afirman no creer en Dios, más aún que ya no se cree en Dio. Ahora bien, esta afirmación parece gratuita. Todos los estudios estadísticos sobre las creencias de los hombres, arrojan unas cifras que no admiten duda posible. Cifras que hablan de unos dos mil millones de cristianos en el mundo; de algo más de mil millones de musulmanes; de unos 800 millones de hindúes, la gran mayoría habitantes de la India, y unos 600 millones de budistas. Además, hay otras muchas religiones, pero ya con un número de fieles inferior. Y hay un número de ateos declarados que no llegan al 0,5 por 100 de la población mundial.Ante este tipo de estadísticas se objeta, de inmediato, que una cosa es el número de teóricos fieles y otra cosa son los que practican. Y esto es totalmente cierto. Cuando hablamos de práctica religiosa los números son muy inferiores, sobre todo entre los cristianos. No es raro, ya que la religión cristiana, más que las demás, implica unos modos de vivir que suponen más exigencia personal. Vivir hoy en cristiano no es fácil, supone ir contracorriente. Especialmente si nos referimos a la Iglesia Católica, vemos que ha mantenido sus planteamientos morales intactos desde que Jesucristo naciera y viviera entre los hombres. Para los católicos no hay duda de que lo que enseñó Jesucristo es la voluntad de Dios, pues creen en la divinidad de Jesús de Nazaret como el principio más importante de su religión. Así, por ejemplo, únicamente la religión católica mantiene la unidad e indivisibilidad del matrimonio. Seguramente la dificultad del compromiso que comporta, así como la incoherencia de muchos creyentes explica suficientemente los casos particulares de ateísmo. No son razones racionales, sino afectivas o pasionales.
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